“Un San Martín desconocido: pintor, bailarín y amante de la música

Por Diego Sarcona – 20 de agosto de 2018.


¿Pudo un puñado de pinceles, algunas partituras y una guitarra formar parte de las pertenencias que acompañaron al general San Martín en sus campañas y luego en su retiro de la vida pública? ¿O acaso su inclinación artística, como otros aspectos de los menos explorados de su vida, se eclipsó ante la estereotipada faceta de guerrero que casi con exclusividad tienen de su figura la inmensa mayoría de los argentinos? Un amigo me dijo una vez con exagerada ironía que lo peor que había hecho José Hernández había sido escribir el Martín Fierro porque esa magnífica obra eclipsaba el resto de su gran labor literaria y parlamentaria.En el caso de San Martín, es incuestionable que existen sobradas razones para recordarlo como uno de los mayores estrategas de la historia militar reciente, a la altura del chino Sun Tzu o del general norteamericano Robert Lee, por sus logros y proezas militares que testimonian esta afirmación. La distancia y el tiempo que le llevó unir Buenos Aires y el convento San Lorenzo, previo al enfrentamiento con los realistas, es considerada por historiadores especializados como la marcha forzada de caballería más rápida en la historia militar mundial; estratégicamente, este combate aplicado en Maipú, emulando el canae de Anibal Barca o el avance obliquo del tebano Epaminondas, son estudiados en academias militares como la de West Point, en los Estados Unidos, en la que además existe un gran retrato suyo en una de los salones principales, o la francesa de Saint-Cyr, sin olvidar, por supuesto, que su máxima obra táctica y estratégica, la Campaña de los Andes -que incluye el desembarco en las costas peruanas- no tiene comparación con ninguna otra en el globo, superando ampliamente a las campañas de Napoleón Bonaparte y Aníbal en los Alpes.



El reconocimiento de estas aptitudes en Europa fue tal, que los revolucionarios belgas le ofrecieron infructuosamente el mando para dirigir el movimiento que los escindió de los Países Bajos, y su opinión fue determinante en el parlamento francés y en el Foreign Office británico para ordenar detener y replegar las fuerzas invasoras de esas potencias en ocasión del bloqueo y violación de nuestra soberanía durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas.  

Son éstas algunas de las razones por las cuales es considerado el militar más destacado de las revoluciones hispanoamericanas, por encima de George Washington o Simón Bolívar. En definitiva no cualquiera ha lucido su busto hasta en la oficina oval de la Casa blanca.


A la izquierda de Washington, el retrato de San Martín , en el salón oval de la Casa Blanca

Pero subyaciendo al guerrero encontramos en una personalidad tan interesante como en muchos aspectos inescrutable; su inclinación hacia estas “expresiones del alma” como decía Marc Chagall, quizá hasta un vehículo para la exteriorización de las emociones de una humanidad por naturaleza reservada.

¿Cómo comenzó a construirse y materializarse este lazo que unió a nuestro Libertador con la sensibilidad que encierra la tarea artística y nos descubre esta faceta desconocida de su vida? Sus primeras nociones en el dibujo y la pintura las adquirió seguramente en la península, en momentos de su educación temprana y es por esto que lo encontramos diseñando los escudos para la tropa en Arjonilla. En íntima confesión a su amigo Tomás Guido, sin complejo alguno,  le escribía que, si le faltara empleo en el Ejército, bien podía ganarse lando acuarelas y paisajes de abanico; y esto es por demás significativo ya que en vida pintala España de finales del siglo XVIII no eran bien vistas las artes manuales.

A su llegada a América en 1812, San Martín diseñó y bocetó personalmente el uniforme completo del recién creado Escuadrón de Granaderos a Caballo, y en la función pública, siendo gobernador de Cuyo, la bandera de los Andes. Más tarde, como Protector del Perú, la bandera y el escudo de la nueva Nación.


Réplica de la bandera del Ejército de Los Andes

Pero esa inquietud artística no se limitaba a la pintura o el dibujo; sorprenderá seguramente imaginar a un joven San Martín punteando una guitarra siendo poco conocido que en el marco de su formación en la Península, y según el autor español Agustín de Herrán Matorras, tomó lecciones de guitarra del compositor Fernando Sors y otras de canto. Este pasatiempo fue retomado en su retiro europeo. Es indudable que le gustaba la música y esto se explica no sólo por la asiduidad con que asistía a conciertos una vez instalado en Francia, después de 1830 -así lo testimonia William Miller en sus “Memorias”- sino también por el hecho de que, de entre los libros que llevó consigo por América y posteriormente donó a la Biblioteca de Lima -que lamentablemente un incendio destruyó años des, encontramos varios volúmenes de un “Diccionario de la Música”.

Como gobernador de Cuyo exigió que en escuelas y actos públicos se entonaran las estrofas del Himno Nacional Argentino y, como jefe militar, hizo lo mismo con las tropas de su mando. Mitre, avalado en el relato por un testigo, nos cuenta que en vísperas de la batalla de Chacabuco y luego de desmontar y prepararse para descansar,  encendió un cigarrillo y mandó a las charangas de los batallones que tocasen nuestra canción patria cuyos ecos habrían de resonar muy pronto en todos los ámbitos de las naciones liberadas. También nos cuenta Vicente Pérez Rosales que en todas las tertulias sociales se cantaba el himno, pero menciona en particular la que tuvo lugar en casa de la familia Solar y Rosales, que se clausuró con esas notas pero con un intérprete de lujo. Nos dice: “… todos se pusieron de pie. Hízose introducir en el comedor dos negros con sus trompas, y al son viril y majestuoso de estos instrumentos, hízose oír la voz de bajo, áspera, pero afinada y entera, del héroe…”.


San Martín puso especial atención en la formación de bandas de música en los regimientos

En lo que se refiere a la función militar, San Martín puso especial atención en la formación de bandas de música en los regimientos. En Chile, bajo su auspicio e iniciativa se fundó la Academia de Música, escuela que generaría dos bandas musicales que eran superiores a la única que tenía el ejército realista en el batallón Chiloé. El musicólogo chileno José Zapiola considera que en Chacabuco, además del campo de batalla, el triunfo patriota se extendió en el terreno musical, ya que “si bien un combate no se gana con corcheas y semifusas, sépase lo que ellas colaboran en levantar el ánimo de los que generan la victoria”.

Su gusto por la música  -y el baile- trajo otras consecuencias inimaginadas y poco valoradas ya que no solamente llevó liberación en sus campañas. Al cruzar los Andes introdujo en Chile el “Cielito”, el “Pericón”, la “Sajuriana” y el “Cuando” (especie de minué con un “allegro” al final), de manera que además de victorias y esperanzas de libertad, nuestras tropas llevaron nuestras costumbres y cultura en su camino por la independencia. En particular el “Cielito” fue proyección musical de nuestras raíces en Chile, Perú y Bolivia donde se lo oyó y bailó, convirtiéndose en una bandera musical que animaba fogones de campaña.


La entrada de San Martín en Lima

También sabemos que era muy bueno en la danza de salón, donde armonizaba con elegancia su paso al ritmo de la música. Esta habilidad debió haberla adquirido en la Península ya que llegado a Buenos Aires en 1812 pronto fue motivo de comentarios en las tertulias que ofrecían las familias más importantes de la capital. Fue en una de éstas, la de los Escalada, donde conoció a Remedios. En relación a esto nos dice en sus memorias Mary Graham, amiga del almirante Thomas Cochrane, que “en un salón de baile hay pocos que lo aventajen…”.

En el Perú y con el título de Protector, convocó a concurso a compositores de música para una marcha nacional peruana y ocupando el sitial de la presidencia dio orden a la orquesta de que iniciara la ejecución de las obras presentadas y cuando le tocó el turno a la del maestro José Bernardo Alcedo, el  Libertador se incorporó y, según nos cuenta el escritor peruano Ricardo Palma, exclamó: “He aquí el Himno Nacional del Perú”, sosteniendo “que el entusiasmo patriótico se alimenta, entre otras cosas, con la adopción de una marcha nacional por el influjo que la música y la poesía ejercen sobre las almas sensibles”.


La declaración de Independencia del Perú

A partir de 1830, en el exilio europeo, la música y el arte estarán continuamente presentes en su vida. Ya radicado en Francia, conoció al compositor italiano Gioacchino Rossini, que era muy cercano a Alejandro Aguado, benefactor de San Martín. Ambos fueron los primeros privilegiados en presenciar el estreno de la conocida obra “Guillermo Tell” que el músico les obsequió en agradecimiento a su amistad. Mientras su vista se lo permitió, se dedicó profusamente al dibujo y a la producción de acuarelas, preferentemente marinas, en un taller que compartía con su amigo Aguado. De ese inimaginado atelier, y para sorpresa de muchos, salieron dos obras que ilustran paisajes del Paraná y tienen el máximo prócer de la argentinidad como autor. Hoy, entre obras de Leonardo, Rembrandt o Delacroix, aunque no a la vista de las más de ocho millones de personas que lo visitan anualmente, descansan en el archivo del prestigioso Museo del Louvre..

Fuente: https://www.infobae.com/historia/2018/08/20/un-san-martin-desconocido-pintor-bailarin-y-amante-de-la-musica/


San Martín y la pintura

Ministerio de Cultura de la Nación

SAN MARTÍN Y LA CULTURA

¿Sabías que además de su carrera militar, desarrolló distintas actividades culturales? Tomó clases de guitarra y canto, y era un gran pintor. Su especialidad eran pinturas de paisajes navales.

En el Museo Histórico Nacional (Argentina) está recreado su cuarto donde pueden verse dos láminas coloreadas por él.


Entrevista: Otro San Martín: pintaba, cultivaba flores y hacía remedios homeopáticos

En su último libro, “La voz del Gran Jefe”, el historiador Felipe Pigna desmenuza la vida privada y cotidiana del Libertador.

El historiador reconstruyó los gustos culturales y más íntimos de San Martín.

¿Quién no recuerda el cuadro de San Martín en el aula de la escuela? ¿Ese retrato, con el que se inmortalizó al padre de la patria, donde el General está abrazado por los laureles, la bandera argentina y mirando hacia el más allá, quizás, hacia los Andes? En esta pintura, como en gran parte de la iconografía sanmartina, nos muestran a un San Martín militar. Pero ha habido otras pinturas –aunque pocas– donde aparece un San Martín fuera del campo de batalla y sin la cordillera de fondo, un hombre simple, con poncho y en actitud de reposo. La voz del Gran Jefe. Vida y pensamiento de José de San Martín es el último libro de Felipe Pigna y en un gesto similar al de las pinturas, el historiador se ocupa no sólo del militar, sino también de otra faceta del Libertador, poco conocida: su carácter humano.

Pigna consultó archivos locales y extranjeros. El resultado es un libro integral que no sólo permite entender el papel que jugó San Martín en la fundación de las naciones latinoamericanas sino también acercarse a su costado privado.

La figura de San Martín ha sido revisada en varios momentos. Lo hicieron La Historia de San Martín de Bartolomé Mitre, El santo de la espada de Ricardo Rojas e incluso Un ensayo sobre San Martín de Rodolfo Walsh, cada uno con su punto de vista.

–Frente a tantas interpretaciones, ¿cuál es el aporte de su libro?

–Le tengo mucho respeto a todo lo escrito. Creo que uno tiene que aportar otra mirada a lo que ya hay. Por ejemplo, ver un San Martín humanista, pintor, concertista de guitarra, lector de filosofía, a quien le encantaba hacer muebles, la relojería, la jardinería y hasta la homeopatía. San Martín tenía su botiquín homeopático y se hacia sus propios remedios.

–¿Cuándo surge el interés de San Martín por la homeopatía?

–Probablemente en su primera estadía en Londres en 1811. Tomó contacto con la medicina homeopática y fue uno de los primeros en practicarla en nuestro país. Se conserva en Mendoza su botiquín homeopático muy completo que lo acompañó durante el cruce de los Andes.

–¿Cuáles eran sus enfermedades?

–Padecía varias, entre ellas artritis reumatoidea, asma, gota y serios problemas gástricos. Además, eran frecuentes sus vómitos de sangre. No padecía, como algunos hombres, de un absurdo machismo que intenta ocultar los males físicos. Tenemos un registro muy preciso porque narra con detalles sus padecimientos a sus amigos en su correspondencia.

–¿En qué momento se vuelca a las actividades culturales?

–Siempre tuvo interés por la cultura, por la lectura. Fundó y promovió la fundación de bibliotecas. Decía: “Los días de inauguración de bibliotecas son tan felices para los amantes de la libertad como tristes para los tiranos”.

–En el Museo Histórico Nacional está recreado el cuarto de San Martín. Allí, junto a su cama, hay colgados varios cuadros, entre ellos una marina de su autoría ¿En qué momento se inclinó a pintar?

–En algunos de sus períodos de inactividad militar en España. Lo hacía muy bien y su especialidad eran las marinas, pinturas de paisajes navales.

–¿Y en cuanto a la música?

–Pudo disfrutar gracias a su amigo Alejandro Aguado, un empresario, de la ópera de París, de veladas líricas y conciertos. Disfrutaba de la pinacoteca de Don Alejandro que incluía obras de Rafael, Leonardo y los mejores pintores de todos los tiempos. San Martín fue un destacado alumno del maestro español Fernando Sor, notable concertista y compositor español.

–Y hacía jardinería…

–Practicó jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg, muy cerca de París, por entonces una zona casi campestre. Allí se dedicaba junto a sus nietas al cultivo de flores, plantas y hortalizas que abastecían a la familia. Estaba muy atento a la llegada de la primavera luego de los hostiles inviernos parisinos, temiendo por la suerte de sus cultivos.

–También le gustaba la carpintería.

–Era muy buen carpintero y ebanista. Esto lo practicó durante su exilio. Fabricaba mueblecitos para las muñecas de sus nietas a quienes dejaba llamarlo “el cosaco” por un gorro que usaba cuando trabajaba.

–¿Cómo fue armando su biblioteca? ¿Qué títulos la integraban?

–San Martín comenzó a formar su exquisita biblioteca en su adolescencia en España. Una ciudad puerto muy cosmopolita como Cádiz, en la que pasó muchos años, era propicia para ir armando una biblioteca que incluyera los libros prohibidos por el Index de la Inquisición. También aprovechó su paso por territorio francés, como cuando estuvo un tiempo en Marsella, para comprar los libros revolucionarios que no conseguía en España ni de contrabando. Compró muchos libros en Londres antes de embarcarse hacia Buenos Aires. La biblioteca es muy variada y expresa el espíritu enciclopedista, curioso e inquieto del Libertador. Hay autores que influyeron en la Revolución Francesa como Voltaire, Rousseau y Montesquieu, obras de los protagonistas de la Revolución norteamericana, tratados de Historia, mucho material sobre historia de América en general y de Latinoamérica en particular, obras de ingeniería militar, material de Teología, obras de y sobre los filósofos griegos, tratados de estrategia, de ajedrez, de relojería, sobre religiones orientales, jardinería, ebanistería y carpintería. Son más de 700 volúmenes.

–¿En qué momento la figura de San Martín es puesta en valor?

–Lamentablemente, con el golpe de 1930. Los militares golpistas se adueñan de él injustificadamente y contra todo espíritu sanmartiniano, porque San Martín dejó en claro –en el Código de Honor del Ejército de los Andes– qué tiene que hacer un soldado: “La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes”.

Fuente:

https://www.clarin.com/historia/felipe-pigna-san-martin-vida-cotidiana_0_SkIsuI5wmx.html


Los rostros del Libertador de América

El general José de San Martín fue retratado en diversos momentos de su vida por varios pintores en la Argentina y en Europa-  16 de agosto de 2010

San Martín era un hombre que cumplía con sus obligaciones, entre ellas la de ser retratado, según las convenciones de la época en que vivió. El Museo Histórico Nacional (Defensa 1600) ofrece en exhibición permanente un conjunto imperdible de varios de los retratos que le hicieron al padre de la patria, los cuales permiten acercarse al gran patriota también a través de la mirada de la historia del arte.

Se trata de un recorrido fascinante que posibilita advertir dos conjuntos de imágenes: las que lo muestran con rasgos de hombre latinoamericano y aquellas que le atribuyen rasgos fisonómicos europeos.

“El primer núcleo fuerte de la iconografía sanmartiniana es la obra del pintor peruano José Gil de Castro, que realizó en Chile alrededor de ocho obras vinculadas a San Martín. Los primeros retratos fueron hechos entre Chacabuco y Maipú”, explicó a LA NACION el historiador del arte Roberto Amigo, quien hizo notar el predominio de los rasgos americanos con los que este pintor mulato representó a San Martín.

La miniatura sobre marfil que se puede ver en el museo, atribuida a Gil de Castro, es uno de estos primeros retratos realizados en Santiago de Chile, alrededor de 1817, en los que ya aparecen algunos elementos del retrato oficial de San Martín. El pintor era un mulato miliciano que, al pasar a las filas patrióticas, comenzó a retratar a toda la oficialidad.

Los retratos de gobierno de Gil de Castro, de 1818, de mediano tamaño, que están en el museo fueron hechos para entregar a las gobernaciones de Mendoza y de San Juan. “Es un tipo de retrato que se vincula con la escuela limeña de pintura, con detallismo, cierto naturalismo, remarcación de los relieves y gran capacidad fisonómica”, explicó Amigo.

En uno de ellos se lee el lema “Nada prefirió más que la libertad de su patria”. Allí se ve retratado a San Martín con uniforme de coronel. En las charreteras de la chaqueta aparecen el gorro frigio, el sol y la estrella, todos símbolos que se habían establecido en la Asamblea del Año XIII. “Es un retrato que ha tenido una fortuna enorme, al ser muy reproducido. Representa al San Martín triunfador y a la vez gobernante después del paso de los Andes”, dijo Amigo.

La retratística americana de San Martín es básicamente la de Gil de Castro. Y luego está la que pertenece a la época del exilio, durante su estada en Europa. De este último grupo se exhibe en el museo, por ejemplo, el cuadro que pintó el belga Francois Navez en Bruselas, en 1824, en la línea del romanticismo europeo.

También está el retrato anónimo de Bruselas, un óleo de 1829, del cual se dice que podría haberlo hecho la maestra belga de pintura de la hija de San Martín, Mercedes, el cual se basa en la retratística napoleónica. Es un retrato alegórico en el que aparece como padre de la patria y militar, envuelto en la bandera argentina.

También en el museo se exponen los retratos que envió a hacer Miller, general inglés que formó parte del ejército sanmartiniano como edecán, para el libro sobre sus propias memorias. Se trata de dos grabados, de 1828, que realizó Gean Baptiste Madou. En uno de ellos se representa a San Martín de civil, con una capa española, y en el otro, que tuvo gran fortuna histórica, se lo ve con un uniforme de general y desprovisto de condecoraciones.

Otro de los tesoros que tiene el museo es el pequeño daguerrotipo de San Martín, ya anciano, de 1848. Se cree que fue su propia hija la que insistió para que se tomara ese retrato. “Prevalecieron las imágenes del San Martín general, de Madou, y la del daguerrotipo al entrar en la escolaridad”, dijo Amigo. Incluso la imagen que se encuentra en el actual billete de $ 5 sería la de Madou.

Estos retratos que se conservan en el museo se consideran fuentes iconográficas porque en ellos se basaron otros retratos. “San Martín no hizo un uso político de la imagen, sino que era parte de su función de gobierno ser retratado”, indicó Amigo.

En este nuevo aniversario de su muerte, el 17 de agosto de 1850, Antonio Pérez Gollán, director del Museo Histórico, recordó que San Martín representa, sobre todo, “un proyecto político en torno de la independencia del continente”. Y allí están la historia y sus retratos para recordarlo.

CRONOLOGIA

25 DE FEBRERO DE 1778 

En Yapeyú

Nació José Francisco de San Martín, en esa ciudad de Corrientes. Viajó a España en 1784.

9 DE MARZO DE 1812 

Regresa al Río de la Plata

 Para sumarse al movimiento independentista americano, deja el ejército español.

3 DE FEBRERO DE 1813 

Batalla de San Lorenzo

Con los granaderos a caballo vence a los españoles. Comienza su carrera militar a favor del gobierno criollo.

ENERO DE 1817 

Cruce de los Andes

San Martín y su ejército contribuyen a liberar a Chile y a Perú.

10 DE FEBRERO DE 1824 

Regreso a Europa

 Junto con su hija, Mercedes, viaja a Francia.

17 DE AGOSTO DE 1850 

En Boulogne-sur-Mer

 Murió a los 72 años, en esa ciudad francesa, acompañado por su hija.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/los-rostros-del-libertador-de-america-nid1295030